No es fácil de
definir. Y es que se tiene o no se tiene, como dice Bardem en el corte. Si se
tiene, se nota, y si no se tiene, también. Es algo que cuando falta se
recrimina, que cuando se tiene se destaca.
El criterio
puede hacerse a medida de lo que uno quiere. Por supuesto, uno puede marcarse
las pautas de su trabajo a voluntad y llamarle criterio. Pero como dice Bardem,
la propia palabra lo dice: eso no es criterio.
Criterio es un
imperativo categórico que seguir. No es una conveniencia, no es un método de
trabajo, es una premisa que no se puede saltar uno a la torera. Su vigencia no depende de las necesidades
económicas, porque si es así entonces no tiene suficiente fuerza, y no es un
criterio sino una idea que más o menos sirve para tirar p’alante.
Para nosotros
criterio es el hecho de que La Guia nos ha pasado por encima. No estamos
cómodos con esa situación, pero nos da la impresión de que sólo somos las
piezas ahora necesarias para que salga cada año: somos los que la llenan de
referencias y notas, en una propuesta con un contenido de coherencia
innegociable; gustará o no, pero nadie duda de que es un criterio. No es del
todo agradable, de verdad, pensar que nos debemos a un imperativo que ya no es
del todo nuestro, sino que la propia Guia y su trayectoria nos lo exige.
Hay quien no
tiene esa deuda, por supuesto. Entonces el criterio, si se le puede llamar así,
es escuchar al mejor postor. Así se vive mejor, por supuesto, pero uno tiene que andar
por ahí con la sospecha de que todo el mundo duda de su criterio en cuanto se
da la vuelta.
A mí no me
gustaría nada.
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