Hace muchos años,
en el programa de radio de Toni Clapés,
la pregunta humorística después de las frases de los asistentes era Y
esto, ¿qué aporta?
Seguramente más
de uno ha hecho esta pregunta en voz alta respecto a la crítica que algunas
Guías ejercemos. El sentido irónico de la frase se acentúa cuando hacen la
pregunta, intentando por supuesto negar el resultado. Pero la pregunta tiene
varias respuestas, mucho más allá de la contribución a los cambios evidentes de
los últimos cinco años.
La primera es
poner a los no-críticos en una situación incómoda al exponer que su propuesta
no tiene contrapeso: carecen de parte crítica en su trabajo, en su opinión, en
su cara pública. Algunos estamos ahí para solucionarles esa papeleta, ya que
nos tienen a nosotros de pim-pam-pum de la feria: pero entonces se genera una
cadena de hechos que los deja en mal lugar.
1
. Yo no
critico en mis artículos, porque sólo hablo de lo bueno. Publicar lo malo no
sirve para nada.
2
. Algunas guías critican una parte de lo que catan y analizan. Con ello me están poniendo en
evidencia.
3
.
Ergo critico a las guías y asunto zanjado: ya tengo la parte crítica de mi discurso
solucionada.
P
P Pero lo que están criticando es que alguien critique. Madre de dios. Sobran comentarios.
La segunda tiene
más que ver con lo que espera uno de sí mismo. O con cómo quiere vivir. O con lo
que quiere hacer uno para ganarse la vida. O con lo que aporta su trabajo.
Nosotros no
podemos catar todos los vinos que catamos y ocultar una parte de la información
que genera. No sabríamos seguir trabajando en esto sin publicar las
conclusiones, íntegras, ya que de lo contrario un enorme vacío intelectual, conceptual, e incluso personal, sería el
motivo de que no saliera ninguna edición más.
Sabemos que La
Guia provoca una corriente importante de ventas; pero la pregunta a hacerse es
si eso es todo lo que se tiene que tener en cuenta. Nosotros no trabajamos para
que una bodega venda más que la otra, sino para conocer el campo de trabajo que
analizamos, para mejorar su calidad, para orientarlo en la dirección más
cercana a su sostenibilidad y coherencia, siempre mediante sugerencias pensadas
desde el análisis empírico.
¿Cómo es posible
que alguien se conforme solamente con promocionar?
¿Cómo se hace
para convivir con tanta mezquindad en los objetivos?
¿Cuándo alguien lo hace,
lo hace sólo por dinero?
¿Es una razón suficiente, o hay cuestiones de
capacidad añadidas?
Es
intelectualmente imposible e inadmisible para nosotros permanecer en esa inopia tan vana, tan
superficial y tan difícil de sostener como razón para levantarse cada mañana.
Lo sé porque ya la hemos sufrido cuando trabajábamos para La Vanguardia.
Teníamos la sensación de estar siempre subiendo y bajando el mismo peldaño de
la misma escalera cada vez que hacíamos una nota de cata; de no estar avanzando
nada, además de manera consciente, de estar solamente colaborando con nuestra
parte en la prórroga constante que propone siempre el plazo inmediato: de estar
construyendo un castillo de arena en la playa, para pasar el rato…
Siempre debe de
haber algo más, aunque sea contra viento y marea, para seguir trabajando, algo
que no sea sólo dinero, porque el dinero casi siempre amordaza: cuestiona y controla el pensamiento autónomo, representando la versión única que se suele proponer desde la mayor expresión de la vulgaridad. Para La Guia es difícil hacer otra cosa que cuestionar a nuestra vez la esterilidad de ese hacinamiento general de los medios, cuando, como ahora, cierran filas con el pensamiento único.
No hay comentarios:
Publicar un comentario