Lectors

martes, 15 de julio de 2014

IMPROVISACIÓN

No sé si aprendí lo que no debía, pero creo que una idea me quedó más clara que otras. El valor de la educación, desde mi punto de vista, siempre ha tenido más relación con la asimilación de una buena actitud que con la información misma, ya que sin ella las conclusiones a las que se llega son siempre sesgadas.



Sin una actitud centrada, sin un propósito previo que prime el valor y la coherencia de las conclusiones, acaba uno por caer en manos de la obscenidad más común: la de la pasta.

Eso es evidente cuando se funciona con la improvisación como método, porque por debajo siempre subyace un interés que todo el mundo disculpa a cambio de la calidad de los contenidos; la gente tiene que comer y pagar sus facturas, y ya se sabe qué pasa si no te muerdes la lengua. Es una excusa de valor constante, nunca pierde enteros. Siempre tiene fuerza suficiente para posponer cualquier iniciativa sospechosa de fijar el norte en el largo plazo, en un criterio hasta conseguir llegar a algún objetivo al menos parcial. Quizá algún dia, pensarán los que escriben. Para ellos esta canción.



Echo de menos un poco de coraje a la hora de escribir sobre este sector del vino. Pero para tener ese valor hay que saber cuàl es el criterio que lo motiva. La pasta sólo conduce a la genuflexión, así que es el criterio menos fiable de todos: mensajes siempre positivos, trabajos sucios, insinceros, pelotilleros y poco o nada rigurosos. No hay criterio ni objetivo, no hay anàlisis ni estudio. Sólo pasta. Sólo se cede todo al chantaje.

El entorno es tan mezquino que no sé si aún es posible seguir haciendo algo al margen. En breve lo sabremos.


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