- ¿Qué hiciste?
- Les demandé. Telefoneé a Curtis & Curtis, encontré a Benson en su casa. Al cabo de diez minutos, entré otra vez en la cocina y ya estaba un paquistaní tendido de espaldas en el suelo, metiéndole la lengua a la lavadora por no sé qué tubos. Nada de factura. Nada de mierdas. ¿No te parece brillante? Ahora lo hago siempre así. El otro día. Llevo el coche a revisión. Cuatrocientas libras. ¿Sabes qué hice?
- Les demandaste.
- Les demandé. Exacto. “¿Cómo prefiere pagar, señor?”, me preguntó el tipo. “¿Metálico, cheque tarjeta de crédito?” “Yo no pago. El que va a pagar es usted. Porque voy a demandarle, amigo”. En cuanto dices eso se quedan pálidos. Todos. Terminé pagando treinta y seis libras. La semana pasada demandé al inspector de hacienda.
- Divino…”
Martin Amis, Dinero. 1981
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