Lectors

domingo, 31 de agosto de 2014

Demandas

     “- Le dije a mi esposa, “cómprate todos los electrodomésticos que te dé la gana, pero no me vengas a mí cuando se te estropeen, ¿entendido?” Y el viernes pasado, llego a casa, ¿y qué me encuentro? “Qué pasa, ¿es una película de terror?” Ahí está la nueva lavadora, y todo el suelo hecho un asco porque el cacharro ha soltado litros de una asquerosa pasta negra. “¿Corre a llamar por teléfono!”, dice ella. E insiste, “arréglalo tú”. ¿Sabéis qué hice?
- ¿Qué hiciste?
- Les demandé. Telefoneé a Curtis & Curtis, encontré a Benson en su casa. Al cabo de diez minutos, entré otra vez en la cocina y ya estaba un paquistaní tendido de espaldas en el suelo, metiéndole la lengua a la lavadora por no sé qué tubos. Nada de factura. Nada de mierdas. ¿No te parece brillante? Ahora lo hago siempre así. El otro día. Llevo el coche a revisión. Cuatrocientas libras. ¿Sabes qué hice?
- Les demandaste.
- Les demandé. Exacto. “¿Cómo prefiere pagar, señor?”, me preguntó el tipo. “¿Metálico, cheque tarjeta de crédito?” “Yo no pago. El que va a pagar es usted. Porque voy a demandarle, amigo”. En cuanto dices eso se quedan pálidos. Todos. Terminé pagando treinta y seis libras. La semana pasada demandé al inspector de hacienda.
- Divino…”

Martin Amis, Dinero. 1981

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